Aprendiendo a Esquiar.
La verdad no es tan sencilla, pero igual me gusta mucho. A la mitad de la noche por fin llegamos a un pequeño pueblito donde estaba la pista de nieve. Esa noche tratamos de buscar un lugar donde salir a la fiesta pero francamente solo terminamos comiendo pizzas en el único barecito diminuto que encontramos, una cerveza y a dormir.
En la mañana todo emocionado yo, subimos los kilómetros en el teleférico listos para lanzarnos a la aventura. Por supuesto, después de media hora de intentos fallidos, nos dejaron a nuestro destino. Una y otra vez aterricé sobre mi trasero, frente, codos. Todo un show de moretones al día siguiente, ni podía caminar de lo que me dolía el tobillo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario